FORD MADOX FORD (1873 - 1939)

Importante intelectual de su tiempo, Ford estuvo ligado al mundo cultural en diferentes ámbitos. Vivió en Londres, París y en Estados Unidos rodeado de gente como Hemingway, James Joyce o Gertrude Stein. Como editor publicó a muchos de los grandes escritores del momento. También colaboró con su amigo Joseph Conrad en alguna de sus novelas. Interesado en el arte, se acercó puntualmente al Vorticismo, la vanguardia inglesa, pero como crítico se centró en el estudio de los Prerrafaelitas, dedicando especial atención a su abuelo, Ford Madox Brown, pintor cercano e influyente en el círculo. Brown no llegó a ser miembro formal del mismo pero fue pionero de su estilo. Curiosamente, su nieto tampoco perteneció formalmente al modernismo literario, pero también es considerado su fundador.

Fue un prolífico novelista y su trabajo está profundamente influido por la I Guerra Mundial. Una de sus novelas más conocidas, El Buen Soldado (1913), es de la etapa de preguerra. Técnicamente fue una obra innovadora por su estructura circular, la utilización de flash-backs, y cambios de puntos de vista. El narrador y protagonista vacía su conciencia y sus pensamientos, relatando una serie de acontecimientos y conversaciones con otros personajes sin ningún orden temporal o espacial. Esta descripción de lo que pasa por la mente humana está dentro de la nueva técnica literaria que se estaba desarrollando en la época. En el Impresionismo literario, profundamente relativista, la realidad no puede ser analizada, sólo se puede intuir; es una síntesis de sensaciones.

Ese vaciado de la mente se hace monótono y gris, no debido a falta de destreza literaria sino a la filosofía de fondo, y a su contenido; “Esta es la historia más triste jamás contada” son sus primeras líneas. Esporádicamente encontramos descripciones con toques pictóricos que olvidan el gris y colorean un poco la vida de los personajes. Se puede decir que aquellas obedecen a los únicos momentos de felicidad del desdichado protagonista.

Detrás de un argumento sin mayor complicación está implícita una profunda crítica social que se centra en la vacía vida de la aristocracia de primeros años del siglo XX, y en su concepto del matrimonio. Se refleja una alienación profunda del ser humano y un relativismo extremo que lleva al protagonista a vivir una vida carente de sentido. El pesimismo existencial que la novela transmite hace que cueste llegar hasta el final de sus páginas, en las que no se ve ni un atisbo de esperanza.

La novela es voz, no cabe duda, de un momento histórico. Tanto los protagonistas como el propio escritor están viviendo en la misma época y bajo las mismas delicadas circunstancias. La desorientación de los años de preguerra se siente en cada página. La aristocracia intentaba no respirar el aire enrarecido que impregnaba toda Europa y escapaba de ello, llevando una vida de ocio. Pero refugiarse en Balnearios lujosos no solucionaba el problema, y sus vidas acababan siendo el ejemplo más palpable de una crisis mundial que no tardaría en llegar.
Madame de Pfuel

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