EN ORDEN

Cuando la cotidianeidad se echa encima y el café llega al estómago tan caliente como siempre; cuando se descubre que la mañana no cambia y que la marmota es la misma todos los días, es entonces que arrecia la necesidad de comprender -sobre todo entonces- que aún existe un orden latente en el universo y que su norma no se alimenta de capricho.

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